La jugadora española y profesional de poker, Leo Margets, nos cuenta su experiencia tras la última edición de las World Series of Poker 2016 en Las Vegas.
No tengo hijos, pero he corrido muchas maratones en mi vida. Como todas las cosas importantes en las que nos implicamos con tenacidad e ilusión durante cierto tiempo, cuando pasan nos dejan esa sensación de vacío tan indescriptible. En parte es un alivio que haya terminado, pero por otro lado esta ese….”¿y ahora qué?” Como decía mi abuela: contra franco se vivía mejor. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que cuando uno vive en una misión, cuando el cometido está claro, cuando el objetivo es nítido, no hay que cuestionarse nada, uno se levanta y sabe lo que tiene que hacer. Habrá días buenos o malos, pero todos son parte de un plan, ya sea luchar contra la dictadura, preparar una maratón, o darlo todo en las WSOP.
Este Vegas ha sido para mí bastante diferente. Decidí ir sólo 12 días, en parte porque ahora que no estoy patrocinada tengo que ser más selectiva con lo que juego, además de que el hecho de estar instalada en España no incentiva mucho para jugar y saber que vas a medias con Montoro. Sin embargo el Main Event es imperdonable…es el torneo que espero poder jugar durante toda mi vida, es algo especial. No sólo porque fue el torneo que me ha dado todo, pues a raíz de mi Deep run en él en 2009 pude empezar una nueva vida y saltar a jugar los Majors, sino porque es el Campeonato del Mundo, el torneo por excelencia.
Siempre digo que al poker hay que jugar emocionalmente desconectado, muerto, pero con el Main de las WSOP es muy complicado. Es el torneo con el que todos soñamos, desde el amateur que acaba de descubrir el poker hasta el pro más consagrado o el hombre de negocios que juega por placer. Supongo que uno tiene que estar ahí y ver el ambiente para entender realmente a lo que me refiero. El Main es algo especial.
Planificando Las Vegas
Así que, siguiendo mis principios, planifiqué mi estancia en Vegas para llegar unos días antes del torneo principal y aclimatarme. Tengo que decir que el jetlag ya no es problema para mí, he conseguido adquirir una rutina sencilla que me facilita mucho la adaptación: el día de llegada intento hacer algo de deporte suave, beber mucha agua y aguantar al menos hasta las 12 de la noche sin dormir porque ya sé que pase lo que pase la primera noche nunca se duerme mucho. Esta pauta tan fácil hace que enseguida pille el ritmo, y así fue también este año.
Al día siguiente de llegar teníamos la posibilidad de jugar el torneo por equipos, una modalidad nueva que no quisimos perdernos ni Fátima ni yo. Era una buena manera de calentar motores en World Series con el plus añadido que si en algún momento me entraba el cansancio extremo podía decidir que mi compi me sustituyera. No hizo falta y de hecho jugué yo todo el día 1, lo cual me vino genial para aclimatarme. El día 2 optamos por jugar dos rondas cada una y sin darnos cuenta nos colocamos en los últimos 100 equipos. Podía ser más que buen inicio del verano en Las Vegas!! Finalmente caímos las 33 de los 900 equipos que empezaron y supo a poco pero tengo que decir que hacía tiempo que no disfrutábamos tanto jugando. En una actividad tan individualista como el poker, introducir un formato como este ha sido refrescante y muy muy divertido, le auguro un gran futuro en próximas ediciones ya que la aceptación ha sido muy generalizada.
Después de este primer torneo jugué un par más, logrando también otro Deep run que no culminé en el Planet Hollywood…y de repente me di cuenta que había jugado 60horas de las 96h que llevaba en Vegas. Estaba focus, pero destrozada y descansar no era opcional si quería estar en condiciones para el Main. Me tomé un día de descanso y fue exactamente lo que necesitaba, el tute previo me había venido bien para pillar forma, pero como dicen en el deporte de élite también: un día de descanso es un día de entreno. Recuperar es fundamental.
Acabé jugando el día 1c, tuve una mesa bastante decente y estaba contenta hasta que tuve el cooler de los coolers y me comí la peor parte, mis reyes se toparon con AA y perdí gran parte de mi stack. Tocó remar el resto de la jornada y acabé considerando un logro pasar de día.
Al sentarme en mi mesa el día 2 quise pellizcarme con fuerza. WTF. Tenía la que sin duda era la peor mesa de mi vida…en un día 2 de Main Event algo así es tan injusto!!! Lamentarse aporta poco así que tocaba adaptarse, con un stack pequeño tampoco había mucho margen. Fue una remada muy épica en la que logré pasar de shortstack a 60bb y sentirme on fire. A falta de una hora para acabar el día volví a quedarme corta y al empujar mis últimas fichas y toparme con AK no pude sobrevivir. Es el peor día del año porque se acaba un sueño, y toca esperar 12 meses hasta intentarlo de nuevo, pero afortunadamente cada verano lo retomo con las mismas ganas e ilusión.
El poker te enseña muchas cosas, pero la más importante es en centrarnos en lo que realmente podemos controlar, lo demás no vale la pena. Y es que aunque todos jugamos para ganar, lo único que está en nuestras manos son las decisiones que tomamos, no lo resultados, por lo que me vuelvo de Las Vegas más que satisfecha.