A simple vista Omaha es el mismo juego que el Hold’em con una única diferencia, el jugador recibe cuatro cartas en lugar de dos, aunque eso no es exactamente así.
Todos los jugadores de Hold’em que comienzan a jugar a Omaha, piensan, debido a su conocimiento del juego por defecto que las probabilidades generales solo tienen que ser dobladas o divididas por la mitad.
Este pensamiento es bastante lógico ya que si se reciben cuatro cartas en lugar de dos, las posibilidades de conseguir jugadas ganadoras deberían ser el doble, por desgracia en el cambio de juego no es así de simple.
Como no queremos bombardearte con números y datos, ya sea porque te agobian o porque ya conoces todo lo necesario, solo queremos darte una pequeña explicación: en Omaha las probabilidades aumentan y disminuyen de forma exponencial.
¿Por qué este hecho? Debido a la posibilidad de trabajar todas las cartas juntas, no se utilizan dos manos de dos cartas. Una carta favorable en el flop puede conseguir muchos proyectos interesantes, de esta forma son bastantes más las cartas que ofrecen la opción de completar una jugada ganadora.
Recuerda siempre que juegues Omaha: Dos más dos en el poker no son cuatro.
Posibilidades igualadas
En el poker, las probabilidades suelen jugar un papel muy importante. Cuando se tienen más posibilidades de victoria hay que apostar lo máximo que se pueda, mientras que en las manos en que las posibilidades son menores, hay que intentar jugarse la menor cantidad de dinero posible.
Esta es la base del poker y el juego en sí, siempre y cuando que los faroles no entren en juego. El hecho de farolear es el que puede cambiar estos hechos ya que es cuando la psicología entra en juego y este se escapa de las matemáticas puras y duras.
En Hold’em, las situaciones que te encontrarás, la mayoría de las veces estarán claras y no suelen dar opción a las dudas, excepto el hecho de no saber exactamente las cartas del oponente.
Normalmente si se tienen ases contra cualquier otra jugada, estadísticamente hay muchas opciones de victoria, conociéndose en todo momento si se está en una posición dominante o por el contrario es el rival el que parte con ventaja.
Debido a este hecho, el Texas Hold’em es un juego fácil de jugar, aunque hay veces que no es el mejor jugador el que optimiza las jugadas ganadoras y perdedoras para conseguir mayores beneficios y menores pérdidas respectivamente.
Los grandes jugadores de verdad y los que pasan a la historia son los mejores cuando las posibilidades de victoria no están tan claras y el juego se mueve en una gama de grises, cuando las probabilidades no muestran una mano ganadora de forma estricta y los límites para escoger la opción correcta son difusos.
Al contrario que ocurre en Hold’em, Omaha es un juego en el que estas situaciones son continuas, siendo normalmente la diferencia entre la mano ganadora y la perdedora menor al 60%-40%. Los jugadores que mejor se mueven en estos límites y que mejor controlan su mente son los que a largo plazo logran conseguir beneficios.
En Omaha hay que estar convencido de las posibilidades de victoria, ser fuerte cuando se cree que se tiene la mejor mano y hay que intentar escapar de las manos perdedoras de la mejor forma posible.
Debido al valor relativo que tienen las manos, Omaha es un juego muy divertido pero peligroso al mismo tiempo, ya que aunque tengas en el flop la mejor mano las opciones de victoria no son tan claras como lo serían en el Hold’em.
Debido a que el jugador con menos probabilidades de victoria tiene opciones reales de ganar hasta que sale el river, Omaha es un juego que difícilmente funciona como No-limit, siendo normalmente la opción con límite la que se escoge en los torneos y mesas de cash.
En el juego sin límite, el Omaha dejaría de ser un juego de estrategia y probabilidades para convertirse en un juego solo de azar. Para optimizar el nivel de juego en Omaha, debes saber que las probabilidades de victoria suelen ser 60%-40% en el mejor de los casos.
Las buenas noticias es que incluso teniendo peor mano que el rival, las opciones de victoria no son mínimas, sino que es normal ver que la mano más débil en el flop gana la partida al final.
En el próximo artículo de estrategia continuaremos hablando sobre las diferencias entre Omaha y Hold’em, basándonos en las probabilidades en relación a las cartas que quedan en el mazo y que tienen opciones de salir.